Una voluta de vapor plateada salió de la punta de la varita y el dementor se entorpeció, pero el hechizo no había trabajado bien; tropezando con sus propios pies, Harry se alejó del dementor, el pánico nublaba su cerebro "concéntrate...".
Un par de grises, escuálidas y costrosas manos emergieron del interior de las túnicas del dementor, avanzando hacia él. Un apresurado ruido llenó los oídos de Harry.
- ¡Expecto patronum!
Su voz sonó débil y distante. Otra voluta de humo plateado, más débil que el anterior, brotó de la varita - no podía hacer nada más, no podía hacer que el hechizo funcionara.
Hubo una risa en el interior de su cabeza, estridente y aguda...
Podía oler el aliento pútrido, frío como la muerte del dementor llenando sus propios pulmones, ahogándolo - "piensa... algo feliz...".
Pero no había ninguna felicidad en su interior. Los gélidos dedos del dementor se estaban cerrando alrededor de su garganta - la aguda risa estaba creciendo más y más fuerte, una voz hablaba en el interior de su cabeza: "Hazle una reverencia a la muerte, Harry... No habrá dolor... No sabría... Nunca he muerto..."
No volvería a ver a Ron y Hermione nunca más...
Y sus caras estallaron claramente en su cabeza y peleó por respirar.
- ¡EXPECTO PATRONUM!
Un ciervo plateado enorme salió de la punta de la varita de Harry; sus astas se clavaron en el sitio donde el dementor debía tener el corazón; lo lanzó lejos, tan pesado como la oscuridad, y cuando el ciervo volvió a la carga, el dementor se abalanzó lejos, como un murciélago y derrotado.
- ¡POR AQUÍ! - Harry gritó al ciervo. Dándose la vuelta, corrió a toda velocidad por el callejón, agarrando la luz que arrojaba su varita - ¿DUDLEY? ¡DUDLEY!
Había corrido apenas una docena de pasos cuando les alcanzó: Dudley estaba acurrucado en el suelo, sus brazos le cubrían la 19
cara. Un segundo dementor estaba agazapado encima de él, agarrando sus muñecas con sus escuálidas manos, presionándolas lentamente, casi amorosamente, descendiendo su capucha delante de la cara de Dudley para darle el Beso.
- ¡CÓGELO! - chilló Harry, y con un apresurado y fuerte sonido, el ciervo plateado que él había conjurado fue galopando hacia él.
La cara sin ojos del dementor estaba a menos de 3 cm. de la de Dudley cuando un asta plateada lo capturó; la cosa fue lanzada al aire y, como su compañero, planeó lejos y fue absorbido en la oscuridad; el ciervo galopó hasta el final del callejón y se disolvió en una neblina plateada.
La luna, las estrellas y las farolas volvieron a la vida. Una brisa templada barrió el callejón. Los árboles se agitaban en los jardines vecinos y el rumor de los coches en Magnolia Crescent llenaron el aire de nuevo.
Harry se levantó con todos sus sentidos vibrando todavía, volviéndose abruptamente a la normalidad. Después de un momento, fue consciente de que su camiseta le estaba pegada; estaba bañado en sudor.
No podía creer lo que acababa de pasar. Dementores, allí, en Little Whinging.
Dudley yacía acurrucado en el suelo, lloriqueando y agitándose.
Harry se agachó para ver si estaba en condiciones de levantarse, pero entonces oyó un fuerte ruido, pasos corriendo detrás de él.
Instintivamente levantó su varita de nuevo, aguardando al recién llegado.
La señora Figg, su vieja y chiflada vecina, apareció de pronto. Su canoso pelo gris escapaba de su moño, una bolsa de la compra estaba balanceándose en su muñeca y en sus pies llevaba sus zapatillas de andar por casa. Harry intento esconder repidamente su varita, pero...
- ¡No guardes eso, niño idiota! - chilló ella - ¿Qué pasa si hay más de ellos por aquí cerca? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!"
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- ‘¿Qué?’, dijo Harry con la mirada vacía.
- ‘El se fue’ dijo la señora Figg., retorciéndose las manos. - ‘Irse para ver algo sobre una remesa de calderos que caen detrás de una escoba. Le dije que lo iba a despellejar vivo si se iba, ¡y ahora mira! ¡Dementores! ¡Eres afortunado de que yo pusiera al señor Tibbles en la caja! Pero nosotros no tuvimos tiempo para mirar alrededor. Vamos, ahora, ¡tenemos que llevarte de vuelta!
Oh, ¡el problema que esto va a causar! ¡Lo voy a matar!’
- ‘Pero...’ la revelación de que su anciana vecina, obsesionada por los gatos, conociera a los dementores fue casi un shock tan grande para Harry como encontrarse con dos de ellos en el callejón. ‘Tú eres... ¿Tú eres una bruja?’
- ‘Yo soy una squib, y Mundungus lo sabe muy bien, ¿Cómo diablos se supone que iba a ayudarte a luchar contra los dementores? Te dejó a ti completamente sin protección cuando le avisé...’
- ‘Este Mundungus ¿es el que me está siguiendo? Espera, ¡era él!
Él desapareció de enfrente de mi casa’.