“Los tiempos cambian” dijo Hermione. “Ahora muéstranos el Desiluminador.”
Ron accedió al instante. Sujetándolo delante de el, lo accionó. La lámpara solitaria que ten´ıan se apagó al instante.
“La cosa es” susurró Hermione en la oscuridad “que podr´ıamos haber logrado esto con Polvo Peruano de Oscuridad Instantánea.”
Se oyó un peque˜no click, y la bola de luz de la lámpara voló de vuelta al techo y los iluminó una vez más.
“Aún as´ı, es genial,” dijo Ron, un poco a la defensiva. “¡Y por lo que dicen lo inventó el propio Dumbledore!”
“Lo sé pero, ¡seguramente no te habr´ıa mencionado en su testamento solo para ayudarnos a encender las luces!”
“¿Crees que sab´ıa que el Ministerio confiscar´ıa su testamento y examinar´ıa todo lo que nos dejara?” preguntó Harry.
“Definitivamente,” dijo Hermione. “No pod´ıa decirnos en el testamento por qué nos dejaba estas cosas, pero tiene que haber una explicación...”
“¿... por qué no nos habrá dado una pista cuando estaba vivo?” preguntó Ron.
“Bueno, exacto,” dijo Hermione, ahora ojeando las páginas de Los Cuentos de Beedle el Bardo. “Si estas cosas son lo bastante importantes como para pasárnoslas bajo las narices del Ministerio, cualquiera pensar´ıa que nos habr´ıa hecho saber por qué... ¿a menos que creyera que era obvio?”
“Se equivocó entonces, ¿verdad?” dijo Ron. “Siempre dije que estaba chalado. Brillante y todo eso, pero como una cabra. Dejar a Harry una vieja Snitch... ¿a qué demonios viene eso?”
“No tengo ni idea” dijo Hermione. “¡Cuando Scrimgeour te hizo cogerla, Harry, estaba tan segura de que iba a pasar algo!”
“Si, bueno” dijo Harry, su pulso se aceleró cuando alzó la Snitch entre los dedos. “No iba a intentarlo demasiado delante de Scrimgeour, ¿verdad?”
“¿Qué quieres decir?” preguntó Hermione.
“La Snitch capturada en mi primer partido de Quidditch” dijo Harry “¿No lo recuerdas?”
CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
77
Hermione parec´ıa simplemente aturdida. Ron, sin embargo, jadeó, se˜nalando frenéticamente de Harry a la Snitch y otra vez de vuelta hasta que encontró la voz.
“¡Es la que casi te tragaste!”
“Exactamente,” dijo Harry, y con el corazón acelerado, presionó la boca contra la Snitch.
No se abrió. Frustración y amarga desilusión fluyeron de su interior. Bajó la dorada esfera, pero entonces Hermione gritó.
“¡Hay algo escrito! ¡Hay algo escrito en ella, rápido, mira!”
Casi dejó caer la Snitch por la sorpresa y la excitación. Hermione ten´ıa toda la razón.
Grabadas sobre la dorada superficie, donde segundos antes no hab´ıa habido nada, hab´ıan cinco palabras escritas con la fina y sesgada caligraf´ıa que Harry reconoció como la de Dumbledore.
Abro lo que está cerrado.
Apenas hab´ıa le´ıdo las palabras cuando estas se desvanecieron de nuevo.
“Abro lo que está cerrado... ¿Qué se supone que significa eso?”
Hermione y Ron sacudieron las cabezas, parec´ıan en blanco.
“Abro lo que está cerrado... lo que está cerrado? abro lo que está cerrado...”
Pero sin importar cuantas veces repitieron las palabras, con cuantas inflexiones diferentes, fueron incapaces de arrancarles ningún significado.
“Y la espada” dijo Ron finalmente, cuando tuvieron al fin que abandonar sus intentos de adivinar el significado de la inscripción de la Snitch.
“¿Por qué querr´ıa darle a Harry la espada?”
“¿Y por qué no me lo dijo simplemente?” dijo Harry calladamente. “¡Yo estaba all´ı, la espada estaba justo ah´ı en la pared de su oficina durante todas nuestras charlas del curso pasado! ¿Si quer´ıa que yo la tuviera, entonces por qué no me la dio sin más?”
Sent´ıa como si estuviera all´ı sentado en un examen con una pregunta que deb´ıa haber sido capaz de contestar ante él, con el cerebro lento y negándose a responder. ¿Se hab´ıa perdido algo en las largas charlas con Dumbledore el a˜no pasado? ¿Deb´ıa haber sabido lo que significaba todo? ¿Dumbledore hab´ıa esperado que lo entendiera?
“Y por lo que respecta a este libro,” dijo Hermione. “Los Cuentos de Beedle el Bardo...
¡nunca hab´ıa o´ıdo hablar de ellos!”
“¿Nunca has o´ıdo hablar de Los Cuentos de Beddle el Bardo?” dijo Ron incrédulamente. “Está bromeando, ¿verdad?”
“No, en serio,” dijo Hermione sorprendida. “¿Los conoces?”
“¡Bueno, por supuesto que si!”
Harry levantó la mirada, divertido. La circunstancia de que Ron hubiera le´ıdo un libro que Hermione no conoc´ıa no ten´ıa precedentes. Ron, sin embargo, parec´ıa aturdido por la sorpresa de los otros dos.
“¡Oh, vamos! Se supone que todos los cuentos para ni˜nos están en el libro de Beedle,
¿verdad? ’La Fuente de la Buena Fortuna!’... Él mago y la Marmita Saltarina’... ’Babbitty Rabbitty y su Mu˜nón Cacareante’...”
“¿Perdón?” dijo Hermione con una risita. “¿Qué fue eso último?”
CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
78
“¡Venga!” dijo Ron, mirando con incredulidad de Harry a Hermione. “Debéis haber o´ıdo hablar de Babbitty Rabbitty...”
“¡Ron, sabes muy bien que Harry y yo fuimos criados por muggles!” dijo Hermione.