“¡Esa ley fue creada para evitar que los magos legaran artefactos Oscuros” dijo Hermione “y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!”
“¿Está planeando seguir una carrera en Leyes Mágicas, Se˜norita Granger?” a˜nadió Scrimgeour.
“No, en absoluto,” replicó Hermione. “¡Espero hacer algo bueno para el mundo!”
Ron rió. Los ojos de Scrimgeour se fijaron en él y una vez más Harry habló.
“¿Y por qué ha decidido darnos nuestras cosas ahora? ¿No se le ocurrió un pretexto para quedárselas?”
“No, será porque los treinta y un d´ıas han transcurrido” dijo Hermione al momento. “No pueden confiscar los objetos más tiempo a menos que puedan probar que son peligrosos, ¿Correcto?”
“¿Dir´ıa usted que estaba muy unido a Dumbledore, Ronald?” preguntó Scrimgeour, ignorando a Hermione. Ron pareció sobresaltarse.
“¿Yo? No... en realidad no... fue siempre Harry quien...”
Ron miró alrededor, a Harry y Hermione, para ver como Hermione le lanzaba una mirada del tipo deja-de-hablar-¡ya!, pero el da˜no estaba hecho. Scrimgeour pareció haber o´ıdo exactamente lo que esperaba, y deseaba, o´ır. Se abalanzó como un ave de presa sobre la respuesta de Ron.
“Si no estaba unido a Dumbledore, ¿cómo explica el hecho de que le mencionara en su testamento? Hizo excepcionalmente pocos legados personales. La gran mayor´ıa de sus posesiones... su biblioteca privada, sus instrumentos mágicos, y otros efectos personales...
se legaron a Hogwarts. ¿Por qué cree que fue usted distinguido?”
CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
72
“Yo... supongo” dijo Ron “Yo... cuando dije que no estábamos unidos... quiero decir, creo que yo le gustaba...”
“Para ser honestos, Ron” dijo Hermione, “Dumbledore estaba muy encari˜nado contigo.”
Esto era estirar la verdad hasta el punto de fractura; por lo que Harry sab´ıa, Ron y Dumbledore nunca hab´ıan estado juntos a solas, y el contacto directo entre ellos hab´ıa sido insignificante. Sin embargo, Scrimgeour no parec´ıa estar escuchando. Metió la mano dentro del abrigo y extrajo una bolsita cerrada con un cordel mucho mayor que la que Hagrid hab´ıa regalado a Harry. De ella, sacó un rollo de pergamino que desenrolló y leyó en voz alta.
“’ Última Voluntad y Testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore’... Si, aqu´ı esta.... Á Ronald Bilius Weasley, le dejo mi Desiluminador, con la esperanza de que me recordará cuando lo utilice.”’
Scrimgeour sacó de la bolsa un objeto que a Harry le pareció haber visto antes. Se parec´ıa ligeramente a un encendedor, pero ten´ıa, él lo sab´ıa, el poder de succionar toda luz de un lugar, y restaurarla, con un simple click. Scrimgeour se inclinó hacia adelante y le pasó el Desiluminador a Ron, que lo tomó y le dio vueltas entre los dedos con aspecto atontado.
“Es un objeto de gran valor” dijo Scrimgeour, observando a Ron “Puede incluso que único. Indudablemente es un dise˜no del mismo Dumbledore. ¿Por qué le dejar´ıa a usted algo y además un art´ıculo tan raro?”
Ron sacudió la cabeza, parec´ıa desconcertado.
“Dumbledore debe haber ense˜nado a miles de estudiantes” perseveró Scrimgeour. “Pe-ro a los únicos que recordó en su testamento fue a vosotros tres. ¿Por qué? ¿Qué uso pensó que dar´ıa usted al Desiluminador, Se˜nor Weasley?”
“Apagar las luces, supongo,” masculló Ron. “¿Qué más podr´ıa hacer con él?”
Evidentemente Scrimgeour no ten´ıa ninguna sugerencia. Después de mirar de reojo a Ron durante un momento o dos, volvió de nuevo al testamento de Dumbledore.
“A Hermione Jean Granger, le dejo mi copia de ’Los Cuentos de Beedle el Bardo’, con la esperanza de que la encontrará entretenida e instructiva.”
Scrimgeour sacó ahora de la bolsa un peque˜no libro que parec´ıa tan antiguo como la copia de Secretos de las Artes Más Oscuras que hab´ıa arriba. Sus tapas estaban manchadas y peladas en ciertos lugares. Hermonie lo aceptó de Scrimgeour sin una palabra. Sostuvo el libro en su regazo y lo miró fijamente. Harry vio que el t´ıtulo estaba en runas; él nunca hab´ıa aprendido a leerlas. Mientras miraba, una lágrima cayó sobre el s´ımbolo grabado en relieve.
“¿Por qué cree que Dumbledore le dejó ese libro, Se˜norita Granger?” preguntó Scrimgeour.
“Él... sab´ıa que me gustan los libros” dijo Hermione con voz llorosa, limpiándose los ojos con la manga.
“¿Pero por qué este libro en particular?”
“No sé. Debe haber pensado que me gustar´ıa.”
“¿Alguna vez discutió sobre códigos, o cualquier forma de pasar mensajes secretos, con Dumbledore?”
CAPÍTULO 7. LA VOLUNTAD DE ALBUS DUMBLEDORE
73
“No, no lo hice,” dijo Hermione, todav´ıa limpiándose los ojos con la manga. “Y si el Ministerio no ha podido encontrar ningún código oculto en este libro en treinta y un d´ıas, dudo que yo pueda.”
Contuvo un sollozo. Estaban tan apretados en el sofá que Ron tuvo dificultades para extraer el brazo y ponerlo alrededor de los hombros de Hermione. Scrimgeour volvió al testamento.