Читаем En el primer cí­rculo полностью

Stalin se paró y caminó en torno a su pequeño y favorito estudio nocturno. Se acercó a una ventana pequeñita con dos hojas de vidrio amarillento a prueba de balas, con un espacio en el medio, provisto de una corriente de alta tensión. Afuera había un pequeño reparo en forma de jardín, donde solamente por la mañana venía el jardinero a arreglarlo vigilado por un guardián. Durante días nadie ponía los pies allí.

Más allá de los vidrios a prueba de balas estaba la niebla del jardín. Ni tierra ni universo eran visibles.

La mitad de éste estaba, sin embargo, encerrado dentro de su pecho, y esta mitad era armoniosa y clara. Solamente la otra mitad —realidad objetiva— se retorcía en la niebla universal.

Pero aquí, en su cuidado y fortificado despacho nocturno, Stalin no temía aquella segunda mitad en lo más mínimo; sentía dentro suyo el poder de torcerla, de darla vuelta como se le diese la gana. Únicamente cuando se veía obligado a poner el pie dentro de esta realidad objetiva —cuando por ejemplo, tenía que asistir a un banquete en la Sala de las Columnas, atravesar con sus pies el temible espacio entre el automóvil y la puerta, ascender con sus pies por las escaleras y atravesar el inmenso foyerentre dos filas de arrebatados, reverentes, pero no por ello menos numerosos invitados —en esos momentos Stalin podía sentirse mal, totalmente indefenso, sin saber siquiera cómo usar sus manos, incapaces desde hacía mucho de ninguna defensa real. Las colocó sobre su estómago y sonrió. Ellas podían pensar que el Omnipotente se sonreía a favor de ellas, pero sonreía porque estaba asustado.

Era él quien había descripto el espacio como la condición básica para la existencia de la materia. Pero habiéndose convertido en amo de una sexta parte de la sustancia terrestre, había comenzado a temer al espacio. Eso era lo bueno de su despacho nocturno: que no tenía espacio.

Stalin cerró la hoja de acero y lentamente volvió a su escritorio. Era tarde para trabajar, hasta para el gran Corifeo, pero tragó una píldora y se sentó de nuevo.

Las cosas nunca trabajaban por sí solas para él; por lo tanto, debía esforzarse en trabajar él mismo. Las generaciones venideras lo apreciarían.

¿Cómo aconteció que hubiese un opresivo régimen Arakcheyev en filología? Todos temían decir una sola palabra en contra de Marr ¡Qué pueblo extraño y tímido era! Se le podía enseñar democracia y se podía hasta mascar las cosas para que ellos sólo tuvieran que tragarlas y ellos volverían hacia otro lado las cabezas.

Todo dependía de él, de Stalin; también aquí, todo dependía de él. Inspirado escribió algunas frases:

—La superestructura fue creada en las bases con motivo de...

—El lenguaje fue creado con motivo de...

Su cara gris amarronada, picada de viruelas, con su prominente nariz —inclinada sobre la hoja de papel— no veía al teológico ángel medieval que sonreía sobre su hombro.

Aquel Lafargue —todos los teorizadores son lo mismo— hablaba de "Una súbita revolución en el lenguaje entre 1789 y 1794". ¿Qué revolución fue aquélla? Era el idioma francés antes y siguió siendo el idioma francés. "Uno debe decir en general para los camaradas a quienes fascinan las explosiones, que la ley de transición por explosión de una vieja cualidad a una cualidad nueva no solamente es inaplicable a la historia del desarrollo lingüístico, sino que muy raramente a otro fenómeno humano".

Stalin se echó hacia atrás y releyó. Estaba bien expresado. Los propagandistas tendrían que elucidar totalmente el punto: que todas las revoluciones deben detenerse en un cierto momento y que el desarrollo hacia adelante procede por evolución. Y que hasta puede suceder, que la cantidad no se desenvuelve en calidad. Pero esto quedaba para otra vez.

—¿Raramente? No; esto podía resultar embarazoso. Stalin tachó "raramente" y escribió "no siempre". ¿Cuál sería el ejemplo apropiado?

—Nos movemos desde una estructura burguesa campesino-individual (¡Acababa de surgir un nuevo término y qué bueno!) hacia la de una granja colectiva socialista.

Y poniendo por fin punto a esta sentencia, pensó e intercaló la palabra "estructura". Este era su estilo favorito, otro golpe sobre el clavo ya introducido en la pared. La repetición de todas estas palabras hacía más comprensible cualquier párrafo. Inspirado escribió:

—Resultó posible realizar esto con éxito porque fue una revolución desde lo alto, porque la revolución fue llevada a cabo a iniciativa de una autoridad ya existente.

Stalin hizo una mueca. ¡Stop? Esto había salido pobre. ¿No haría ello aparecer como si la iniciativa de la colectivización hubiese partido de los granjeros colectivos?

Un golpe suave se oyó en la puerta. Stalin apretó el botón que liberaba el pestillo. En el umbral apareció Sashka con su cara de clowncastigado y contento de ser castigado.

—Ios Sarionich, preguntó cariñosamente con voz apenas perceptible, ¿desea usted que mande a Abakumov a casa o lo dejo que espere un poco más?

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