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El castillo estaba vac´ıo. Se sintió fantasmal mientras daba zancadas por su interior, solo, como si ya hubiera muerto. La gente de los retratos todav´ıa segu´ıa fuera de sus marcos; todo el lugar estaba incre´ıblemente silencioso, como si toda la sangre vital que le quedaba se concentrara en el Gran Salón, donde los muertos y los dolientes se agrupaban.

Harry se puso la Capa de Invisibilidad y bajó varias plantas, finalmente por la escalera de mármol hasta el hall de entrada. Quizá una peque˜na parte de él esperaba que le sintieran, que le vieran, que le detuvieran, pero la capa era, como siempre, impenetrable, perfecta, y alcanzó las puertas fácilmente.

Entonces Neville casi caminó a su través. Era uno de los dos que estaban transportando un cuerpo desde los campos. Harry echó un vistazo y sintió otra punzada en el estómago: Colin Creevey, aunque menor de edad, deb´ıa haber vuelto a curiosear, igual que Malfoy, Crabbe y Goyle. Muerto parec´ıa peque˜no.

-¿Sabes qué? Puedo manejarle solo, Neville -dijo Oliver Wood, y alzó a Colin sobre su hombro igual que un bombero y le llevó hasta el Gran Salón.

Neville se reclinó contra el marco de la puerta durante un momento y apoyó la parte trasera de la cabeza contra el dorso de su mano. Parec´ıa un anciano. Entonces volvió sobre sus pasos, hacia la oscuridad, para recobrar más cuerpos.

CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO

389

Harry echó una última mirada atrás, a la entrada del Gran Salón. La gente se mov´ıa, intentando confortarse unos a otros, bebiendo, arrodillados junto a los muertos, pero no pod´ıa ver a nadie de los que quer´ıa; ni rastro de Hermione, Ron, Ginny o algún otro Weasley, ni Luna. Sintió que habr´ıa dado todo el tiempo que le quedaba por verles una vez más; pero, en ese caso, ¿habr´ıa tenido jamás la fuerza necesaria para parar de mirar?

Era mejor as´ı.

Bajó las escaleras y salió a la oscuridad. Eran casi las cuatro de la ma˜nana, y parec´ıa que los campos mortalmente tranquilos estaban reteniendo el aliento, esperando a ver si era capaz de hacer lo que deb´ıa hacerse.

Harry se movió hacia Neville, quien se estaba inclinando sobre otro cuerpo.

- Neville.

- ¡Caramba, Harry, casi me provocas un ataque al corazón!

Harry se quitó la Capa. La idea le hab´ıa venido de ninguna parte, nacida de un deseo de estar absolutamente seguro.

-¿A dónde vas tú solo? -preguntó Neville, suspicaz.

-Todo es parte del plan -dijo Harry-. Hay algo que debo hacer. Escucha... Neville...

-¡Harry! -Neville pareció súbitamente asustado.- Harry, ¿no estarás pensando en arreglártelas tú solo?

-No -mintió Harry fácilmente.- Por supuesto que no... No es eso. Pero podr´ıa no estar localizable durante un tiempo. ¿Has o´ıdo hablar de la serpiente de Voldemort, Neville?

Es una serpiente enorme. Se llama Nagini.

-S´ı, algo he o´ıdo. ¿Y qué pasa con ella?

-Es necesario que muera. Ron y Hermione ya lo saben, pero en caso de que ellos...

El horror de esa posibilidad le aturdió durante un momento, le hizo imposible seguir hablando. Pero volvió a recomponerse: era algo crucial, deb´ıa ser como Dumbledore, mantener la cabeza fr´ıa, asegurarse de que habr´ıa reemplazos, otros que continuar´ıan.

Dumbledore hab´ıa muerto sabiendo que quedaban tres personas que sab´ıan acerca de las Horrorcruxes; ahora Neville ocupar´ıa el lugar de Harry: qudar´ıan tres que conocer´ıan el secreto.

-En caso de que ellos estén... ocupados... Y si tienes la oportunidad...

-¿Hay que matar a la serpiente?

-Hay que matar a la serpiente -repitió Harry.

-Vale, Harry. Estás bien, ¿no?

-Estoy bien. Gracias, Neville.

Pero Neville le agarró de la mu˜neca cuando Harry hizo intención de moverse.

-Todos vamos a seguir luchando, Harry. Lo sabes, ¿verdad?

-S´ı, yo...

-Un sentimiento sofocante extinguó el final de la frase; no pod´ıa continuar. Neville no pareció encontrarlo extra˜no. Le dio una palmada en el hombro, le soltó y se alejó en busca de más cuerpos.

Harry volvió a ponerse la Capa y echó a andar. Alguien se mov´ıa no muy lejos, deteniéndose sobre otra figura tendida en los campos. Estaba a sólo unos metros de ella CAPÍTULO 34. EL BOSQUE DE NUEVO

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cuando se dio cuenta de que era Ginny.

Se detuvo. Ella se estaba inclinando sobre una chica que susurraba llamando a su madre.

-Tranquila -dec´ıa Ginny-. Todo va bien. Vamos a llevarte dentro.

-Pero quiero ir a casa -susurró la chica-. ¡Ya no quiero luchar más!

-Lo sé -dijo Ginny, y su voz se quebró-. Todo va a ir bien.

Olas de fr´ıo corrieron por su piel. Quer´ıa gritar a la noche, quer´ıa que Ginny supiera que él estaba all´ı, quer´ıa que ella supiera dónde iba. Quer´ıa que le detuvieran, que le sujetaran, que le arrastraran de vuelta a casa...

Pero estaba en casa. Hogwarts era el primer y el mejor hogar que hab´ıa conocido.

Tanto él como Voldemort y Snape, los ni˜nos abandonados, hab´ıan encontrado su hogar all´ı.

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Денис Ратманов

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