“Me pregunto cómo destruir´ıa Dumbledore el anillo” dijo Harry. “¿Por qué no le pregunté? En realidad nunca?”
Su voz se apagó: estaba pensando en todas las cosas que le deber´ıa haber preguntado a Dumbledore, y como, desde de la muerte del director, a Harry le parec´ıa que hab´ıa desper-diciado demasiadas oportunidades cuando Dumbledore hab´ıa estado vivo, para descubrir más... para descubrirlo todo...
El silencio se rompió cuando la puerta de la habitación se abrió con un golpe que CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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hizo temblar las paredes. Hermione chilló y dejó caer Secretos de las Artes Más Oscuras; Crookshanks se metió como un rayo bajo la cama, siseando indignado; Ron saltó de la cama, resbaló con el envoltorio de una rana de chocolate y se golpeó la cabeza contra la pared de enfrente; y Harry instintivamente se lanzó hacia su varita antes de darse cuenta de que estaba mirando a la se˜nora Weasley, que ten´ıa el cabello descolocado y la cara retorcida de cólera.
“Siento interrumpir esta peque˜na reunión acogedora” dijo con voz temblorosa. “Estoy segura de que todos necesitáis descansar... pero hay regalos de boda amontonados en mi cuarto que necesitan ser clasificados y ten´ıa la impresión de que todos hab´ıais aceptado ayudar.”
“Oh, s´ı” dijo Hermione con expresión aterrorizada al ponerse de pie, haciendo volar libros en todas direcciones, “iremos... sentimos...”
Con una angustiosa mirada a Harry y Ron, Hermione salió rápidamente de la habitación tras la se˜nora Weasley.
“Es como ser un elfo doméstico” se quejó Ron en voz baja, todav´ıa frotándose la cabeza mientras Harry y él las segu´ıan, “excepto por lo de la satisfacción del trabajo.
Cuando antes termine esta boda, más feliz seré.”
“S´ı” dijo Harry, “entonces no tendremos otra cosa que hacer excepto buscar Horrocruxes... será como unas vacaciones, ¿eh?”
Ron empezó a re´ır, pero al ver el enorme montón de regalos de boda que los esperaban en la habitación de la se˜nora Weasley, se detuvo bastante abruptamente.
Los Delacour llegaron la ma˜nana siguiente a las once en punto. En ese momento Harry, Ron, Hermione y Ginny se sent´ıan bastante resentidos con la familia de Fleur; y fue de mala gana que Ron subió otra vez escaleras arriba para ponerse calcetines iguales, y Harry intentó aplastarse el pelo. Una vez que todos fueron declarados suficientemente elegantes, entraron en tropel en el soleado patio trasero para esperar a los invitados.
Harry nunca hab´ıa visto el lugar tan arreglado. Los calderos oxidados y las viejas botas de goma que normalmente cubr´ıan los escalones de la puerta trasera hab´ıan desaparecido, reemplazados por dos nuevos arbustos temblones situados a cada lado de la puerta en grandes macetas; aunque no hab´ıa brisa, el patio hab´ıa sido barrido, y el cercano jard´ın hab´ıa sido podado, recortado y en general arreglado, aunque a Harry, al que le gustaba lleno de maleza, le pareció que parec´ıa ve´ıa bastante abandonado sin su contingente habitual de gnomos traviesos.
Harry hab´ıa perdido la cuenta de cuantos encantamientos de seguridad hab´ıan sido colocados alrededor de la Madriguera por la Orden y el Ministerio; todo lo que sab´ıa era que ya no era posible viajar directamente hasta all´ı usando magia. Por eso el se˜nor Weasley hab´ıa ido a recibir a los Delacour a la cima de una colina cercana, donde ten´ıan que llegar con un ...Traslador. El primer sonido que indicó que se acercaban fue una extra˜na risa estridente, que resultó provenir del se˜nor Weasley, que apareció en la verja momentos después, cargado de equipaje y con una hermosa rubia con una túnica larga y de color verde hoja, que solo pod´ıa ser la madre de Fleur.
“¡Mamá!” gritó Fleur, saliendo disparada para abrazarla. “¡Papá!”
Monsieur Delacour no era ni de lejos tan atractivo como su mujer; era una cabeza más bajo y extremadamente regordete, con una peque˜na barba puntiaguda. Sin embargo, parec´ıa afable. Saltando hacia la se˜nora Weasley con botas de tacón alto, la besó dos veces en cada mejilla, dejándola aturullada.
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“Se han tomado tantas molestias” dijo con voz profunda. “Fleur nos ha dicho que han estado trabajando muy duro.”
“¡Oh, no ha sido nada, nada!” trinó la se˜nora Weasley. “¡Ninguna molestia!”
Ron descargó sus sentimientos lanzándole una patada a un gnomo que estaba echando un vistazo desde detrás de uno de los nuevos arbustos.
“¡Querida dama!” dijo Monsieur Delacour, todav´ıa agarrando la mano de la se˜nora Weasley entre las suyas regordetas y mirándola con una sonrisa radiante. “¡Nos sentimos muy honrados por la inminente unión de nuestras dos familias! Perm´ıtame presentarle a mi mujer, Apolline.”
Madame Delacour se deslizó hacia delante y se detuvo para besar también a la se˜nora Weasley.
“Enchantée” dijo ella “¡Su magido nos ha estado contando unas histogias tan diveg-tidas!”