El se˜nor Weasley dejó escapar una risa man´ıaca; la se˜nora Weasley le lanzó una mirada, tras la que inmediatamente él se quedó en silencio y asumió una expresión apropiada para el lecho de enfermo de un amigo ´ıntimo.
“¡Y por supuesto, ya conoce a mi hija peque˜na, Gabrielle!” dijo Monsieur Delacour.
Gabrielle era una Fleur en miniatura; con once a˜nos, pelo por las caderas de un rubio totalmente platino, le lanzó a la se˜nora Weasley una sonrisa deslumbrante y la abrazó, luego le lanzó a Harry una mirada brillante, agitando las pesta˜nas. Ginny se aclaró la garganta ruidosamente.
“Bien, ¡pasen, pasen!” dijo el se˜nor Weasley alegremente, e hizo pasar a los Delacour al interior de la casa, con muchos “¡No, por favor!” y “¡Después de usted!” y “¡Para nada!”
Los Delacour, descubrieron rápidamente, eran invitados amables y agradables. Estaban encantados con todo y deseosos de ayudar con los preparativos de la boda. Monsieur Delacour declaró que todo, desde el plan de distribución de asientos hasta los zapatos de las damas de honor era ’¡Charmant! ’. Madame Delacour era experta en hechizos del hogar y tuvo el horno adecuadamente limpio en un pispás; Gabrielle segu´ıa a su hermana mayor a todas partes, intentando ayudar de cualquier forma que pudiese y farfullando en un rápido francés.
El único inconveniente era que la Madriguera no hab´ıa sido construida para acomodar a tanta gente. El se˜nor y la se˜nora Weasley dorm´ıan ahora en el salón, habiendo acallado las protestas de Monsieur y Madame Delacour e insistido en que ocupasen su habitación.
Gabrielle dorm´ıa con Fleur en la vieja habitación de Percy, y Bill compartir´ıa habitación con Charlie, su padrino, una vez que Charlie llegara de Ruman´ıa. Las oportunidades para hacer planes juntos se volvieron prácticamente inexistentes, y fue en desesperación que Harry, Ron y Hermione se ofrecieron voluntarios para alimentar a los pollos, simplemente para escapar de la casa superpoblada.
“¡Pero todav´ıa no nos deja solos!” gru˜nó Ron, cuando el segundo intento de reunirse en el patio fue frustrado por la aparición de la se˜nora Weasley llevando una gran cesta de colada entre los brazos.
“Oh, bien, habéis alimentado a los pollos” dijo al aproximarse. “Será mejor que los encerremos de nuevo antes de que lleguen los hombres ma˜nana... para colocar la carpa para la boda.” explicó, deteniéndose para apoyarse contra el gallinero. Parec´ıa agotada.
“Carpas Mágicas Millamant... son muy buenos. Bill los irá a recoger... es mejor que te quedes dentro mientras estén aqu´ı, Harry. Debo decir que tener todos estos hechizos de CAPÍTULO 6. EL FANTASMA EN PIJAMA
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seguridad por aqu´ı complica bastante el organizar una boda.”
“Lo siento” dijo Harry humildemente.
“¡Oh, no seas tonto, cari˜no!” dijo la se˜nora Weasley al momento. “No quise decir...
bueno, ¡tu seguridad es mucho más importante! En realidad, quer´ıa preguntarte cómo te gustar´ıa celebrar tu cumplea˜nos, Harry. Diecisiete, después de todo, es un d´ıa importante...”
“No quiero mucho jaleo” dijo Harry con rapidez, imaginando el esfuerzo adicional que eso les supondr´ıa a todos. “De verdad, se˜nora Weasley, simplemente una cena normal estará bien... es el d´ıa antes de la boda...”
“Oh, bueno, si estás seguro, cari˜no. Invitaré a Remus y a Tonks, ¿no crees? ¿Y qué me dices de Hagrid?”
“Eso ser´ıa estupendo” dijo Harry. “Pero por favor, no quiero causar muchas molestias.”
“Para nada, para nada... no es ninguna molestia...”
Lo estudió con una mirada larga y penetrante, luego sonrió con un poco de tristeza, se enderezó y se marchó. harry vio cómo agitaba la varita cerca de la cesta de la colada y las ropas húmedas se elevaban en el aire para colgarse ellas solas. De repente sintió una gran ráfaga de arrepentimiento por la molestia y dolor que le estaba causando.
Cap´ıtulo 7
La Voluntad de Albus Dumbledore
Estaba caminando por una larga carretera de monta˜na a la fr´ıa luz azul del amanecer.
Muy por debajo, envuelta en niebla, se ve´ıa la sombra de una peque˜na ciudad. ¿Estaba el hombre al que buscaba ah´ı abajo, el hombre al que necesitaba tan desesperadamente que no pod´ıa pensar en nada más, el hombre que ten´ıa la respuesta, la respuesta a su problema...?
“Eh, despierta.”
Harry abrió los ojos. Estaba de nuevo tendido en la cama plegable del revuelto cuarto de Ron en el ático. El sol no hab´ıa salido aún y la habitación estaba todav´ıa oscura.
Pigwidgeon estaba dormida con la cabeza bajo su diminuta ala. La cicatriz de la frente le dol´ıa.
“Estabas murmurando en sue˜nos.”
“¿De verdad?”
“Si, ’Gregorovitch’. Estabas diciendo ’Gregorovitch’.”
Harry no llevaba puestas las gafas; ve´ıa la cara de Ron ligeramente borrosa.
“¿Quién es Gregorovitch?”
“¿Y yo que sé? Eras tú el que lo estaba diciendo.”
Harry se frotó la frente, pensando. Ten´ıa la vaga sensación de haber o´ıdo el nombre antes, pero no pod´ıa pensar donde.
“Creo que Voldemort le está buscando.”
“Pobre tipo” dijo Ron fervorosamente.